El de madera, ya sabéis, limpiamos, lijamos y barnizamos. Previamente desmontamos todas las partes que podamos, intentando no dañarlo y después de montarlo veréis que son capaces de hacer su función que es moler el café. Son máquinas sencillas como digo, no darán muchos problemas a la hora de montarlos.
El metálico, simplemente limpiarlo con agua y jabón, sin ser demasiado abrasivos para que los restos de pintura original que le queden, permanezcan donde están. Casi todos tendrán la pintura original muy deteriorada, podéis intentar restaurarla o eliminarla por completo y después pintarlo como estaba, ó usar la imaginación (esta pintura es esmalte sintético, las mas parecidas que podéis encontrar son las que se disuelven con aguarrás o disolvente, pero si sois nuevos en esto, mejor usar las pinturas acrílicas que se disuelven con agua), aunque yo soy partidario de dejar la pintura que quede de manera permanente.
Para conseguir que brillen después de lavarlo yo uso una cera de lustrar, esto hace que el polvo no se pegue al metal y facilita la limpieza cuando esté en la estantería.
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